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domingo, 5 de mayo de 2013

"The Man Who Wasn't There"



"The Man Who Wasn't There", o "El hombre que nunca estuvo allí" .Enorme película dirigida por los hermanos Cohen (de mis directores preferidos sin duda), una de esas joyas que pasan inadvertidas, de las que poca gente habla, de esas que ves sin muchas expectativas pero que acaban por atraparte dejándote embobado tras los créditos. Esta es sin duda una de esas películas, perfectamente gris e hipnotizante.




Fue estrenada en 2001 de mano de Joel y Ethan Cohen. Pasó algo inadvertida pero tuvo gran acogida en todo el mundillo del cine independiente además de una buena crítica.

Esta historia nos sitúa en un pequeño pueblo de California, donde Ed Crane, un hombre más gris que el propio color de las escenas, trabaja como barbero, viendo pasar una vida que parece no pertenecerle. Arrastra su propia existencia, sin ninguna pasión ni ambición.  Es un hombre totalmente alienado y vació.  
Sin duda, los Cohen logran a la perfección crear a este personaje apoyándose en una impecable actuación de Billy Bob Thornton, el cual yo ni siquiera conocía y me supuso una grata sorpresa. La película en si es este personaje, el pasivo barbero unido a un cigarrillo, un humeante fracaso. El propio título de la película y el que este grabada en blanco y negro ayudan a crear la atmósfera de vacío existencial que inundan al personaje.

Pues bien, su pasividad y apatía se ven interrumpidos por una oportunidad, una opción para hacer algo en su vida, para no ser alguien más. Algo tan simple como emprender un negocio supone una enorme puerta a la libertad para el protagonista, el cual acepta invertir en un negocio de secado en seco con un extraño en un desesperado intento de avivar un poco su gris vida. Este negocio supuso ser una terrible estafa además, Ed se ve obligado a asesinar al jefe de su mujer. Este cumulo de acontecimientos traen consigo un cambio en la personalidad de Ed, un cambio interior más bien, pues lo vemos reflejado en la voz en off mientras el "aspecto" exterior del barbero se mantiene intacto. A pesar de que su vida comienza a desmoronarse, el ve como todo comienza a tomar cierto sentido, como empieza a escribir su propia historia en la que él es el protagonista y no un simple observador. A pesar de esto, este se ve agobiado pues es acusado de un crimen que no cometió irónicamente, pues no se le responsabiliza del asesinato del jefe de su mujer. Como método de escape, encuentra a Birdy, una joven interpretada por Scarlett Johansson, la cual toca el piano. Ed disfruta de ver a esta tocar, aunque supone un gran desengaño para él, pues en realidad carece de talento y todo lo que toca son obras de grandes compositores que el protagonista desconocía.
En este continuo camino a la perdición, en una larga sucesión de desengaños y malas decisiones, es cuando Ed empieza a ser consciente de su propia existencia, a dar a su vida un significado, a hacerse a sí mismo. Este encuentro con su vida queda plasmado en la cinta cuando en el preámbulo a su condena, escribe su propia historia para una revista, la historia de su vida, de su verdadera vida llena de errores, pero al fin y al cabo, su existencia. Finalmente, sentado en la silla eléctrica reconoce todos sus  fallos y, sobre todo, acepta su vida, cerrando así una magnífica película y una de mis preferidas.




Sin duda, al acabar la película uno tiene que pensar, e incluso no puede evitar sentirse identificado en parte con el gris barbero. Esos momentos en los que nos sentimos fuera de nuestras vidas, sin ningún objetivo ni aspiración, buscando desesperadamente algo en lo que apoyarnos, una historia en la que seamos nosotros los protagonistas y no meros observadores. Esto hace plantearnos que es nuestra vida, si en realidad somos dueños de nosotros, incapaces de dar un significado a nuestra historia. Quizás estos temas, el significado o finalidad de nuestras propias existencias sean temas demasiados trascendentales y, sinceramente, no tengo ni ganas de pensar en el tema. Es triste ver como tus aspiraciones son mutiladas por la realidad, como lo que quieres llegar a ser o lo que quieras hacer se topa con la infranqueable realidad. Al final, uno se resigna a ignorar esa parte soñadora de uno mismo convirtiéndose en un Ed, en una persona gris viviendo una vida que parece ser impuesta y de la que ni siquiera se es dueño. Al final, pasare a considerar a los humanos más como maquinas que como hombres, pues nada les pertenece y no somos más que productos engañados por  nosotros mismos, imponiéndonos nuestras propias cadenas y limitaciones.
Dejando de lado toda esta amargura, si es cierto que tanto nuestros errores como aciertos conforman nuestra vida, siendo los primeros incluso más "emocionantes". Debemos buscar nuestra propia historia, no dejarse arrastrar por las pautas de la sociedad, ser nuestros propios protagonistas, ser tal como somos y no como deberíamos ser. Un pequeño acto de libertad y rebeldía, un poco de color en esta gris película.


1 comentario:

  1. Como es habitual, Unai, magnífica entrada.

    Tienes razón: “El hombre que nunca estuvo allí” puede ser al mejor peli de los Coen (con Fargo), lo cual es mucho decir. El análisis que haces del personaje protagonista es muy certero. Podías haber utilizado una distinción que de hecho estas ejerciendo en tu comentario: la distinción heideggariana entre “vida auténtica” y “vida inauténtica” (y la noción de Dasein, el ser-ahí).
    También en esta, como en otras muchas películas de los Coen se trata el tema del azar y la contingencia: nuestras vidas no responden a plan alguno, estamos sometidos al más arbitrario azar, y tienes toda la razón al señalar que la contingencia que acaba con Ed es, a la vez, la que le salva (de una vida inauténtica). También me viene a la cabeza el prisionero liberado del mito de la caverna, igual que Ed, cuando está perplejo y confuso es cuando comienza a despertar del sueño de la certeza cotidiana, a liberarse de las inanes sombras.

    Saludos

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